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Foto del escritorLa Rata

Lluvia: las gotas que ya no se veían caer 



Por: Joce Benites 


Las lluvias de mi tierra y hermosa ciudad de San Luis Potosí, me inyectan de alegría y ganas de vivir al ver que las aves y las plantas lucen resplandecientes y la belleza  de sus colores en pétalos y plumajes brillan tanto casi como el sol. 


¡Qué ganas de correr y sentir las gotas de agua resbalar sobre mí piel, imagino que purifican mis pensamientos y todo mi ser!.


La tierra está feliz al sentirse tan húmeda y fresca y expedir ese olor tan especial como la nieve que saborea mi paladar, es la lluvia la que hace que todo se vuelva mágico  y más bello tanto como el cielo lo es.


Cuando era muy niña, los relámpagos me asombraban e imaginaba que fotografías me tomaban, modelaba mi mejor postura y semblante a fin de que captaran la felicidad que me brindaba el caer del agua desde el cielo, ¿Qué mayor no sería mi bienestar? que en  medio de juegos y locuras saque el jabón y el estropajo y a bañar  me dispuse.


Imagino que a la naturaleza le pasa lo mismo y con todo el placer se ducha, refresca y desempolva, la lluvia: limpia y brinda brillo a todo lo que alcanza ¿cómo es esto posible? si ver el cielo llorar era ya un imposible, ver la tierra húmeda por la lluvia lo era aún más, los caudales de agua muriéndose ya estaban  y quizá por eso presente la lluvia se hizo.


La alegría floreció entre los habitantes de casi todo México y a bailar se ponía la gente, veíamos en televisión y en las redes sociales palabras y acciones de agradecimiento por tal situación, hubo quienes se mostraron optimistas por la llegada de más lluvias.


Algunos dicen que el alimento garantizado esta con  la presencia de la lluvia, mientras las noticias nos cuentan y muestran que hay lugares  que llenos de agua ya están y con ánimos deprimidos de la cosecha perder.


No hay que maldecir a la lluvia en repetidas ocasiones lo he escuchado, ahora me cuesta trabajo definir la situación, sobre todo porque yo sigo amando a la lluvia y más ahora que escasa ya era.


La lluvia regresa el alma, es un respiro.


Llorar ya no tiene mucha valía, pues esa magia que el agua produce en quienes casi muertos ya estaban, puede igual hacer efecto en quienes pocas esperanzas albergan.


El agua sirve en todos los casos. Mis abuelos y aún las personas mayores y agricultores dicen que: la lluvia es una bendición y de suma alegría, algunos tapan sus oídos ante el ruido de los truenos, mientras que otros gozan de escucharlos y hasta les produce inspiración para componer versitos de música o de poemas.


Ver escurrir el agua de los techos me llena de melancolía al recordar los tejados de las casas de mis abuelos, saborear una tortilla y un atole caliente reproducen en mi mente los manjares que la abuelita cocinaba con granos de maíz.


Aunque ahora la lluvia es escasa me sigue produciendo alegría y es alimento para mi alma al saber que no ha desaparecido por completo y que sigue haciendo cosas increíbles en la naturaleza.


Por ello cuántas ganas de que nada sea perjudicado con la lluvia, sí el agua siendo tan cristalina y mansa, no me cabe en la mente que algunas ciudades y municipios de mi estado en la huasteca potosina  estén colapsados y   que sembradíos de cereza  y viñedos estén siendo afectados.


Aunque para algunos esta agua sea un respiro para la producción de hortalizas, cítricos y almendros, el ambiente húmedo y la frescura del aire me indica que no todo está perdido, y que las acciones humanas deben cambiar para volver a disfrutar y recoger en la lluvia los mismos beneficios del pasado.


Si la lluvia, pudiera regar, la renovación en las mentes sobre el cuidado del vital líquido la no contaminación de ríos, presas y mares, así como las esperanzas de que no hay motivos desoladores para aborrecer su presencia y temer a los destrozos, esta sería más dócil aún.


Lluvia, si en tus lágrimas, pudiéramos valorar que los beneficios que nos brindas son mayores que los perjuicios que puedes ocasionar, quizá cuidaríamos más el agua y sufriendo de calor no estaríamos y la sequía solo una vaga probabilidad sería, al igual que, la muerte y daños en sembradíos y seres vivos, pero ahora que reapareciste no creo volver a renegar.


Ahora que los ríos crecen y las presas captan agua conciencia social es lo que debe sobrar para estimar  el agua que desde el cielo cayó y que sin ella la vida se termina.


No es solo la  reactivación de la economía la que debería importar con la presencia de las lluvias prolongadas, si no las ganas de ver los campos soñados y añorados una vez que temimos no volver a ver el cielo llorar.


Cesarán las lluvias y todo lo logrado y captado un simple sueño puede ser, pues de no escarmentar y sin acciones y políticas públicas hacer a favor del agua, todo a empeorar comenzaría de nueva cuenta. 


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