Por: María Medrano
“Mamá, causé revuelo en la escuela”, mencionó de pronto y en voz alta Anhel desde su asiento en el coche.
Su mamá le lanzó una miradilla desde el retrovisor, una mirada de duda y preocupación porque la conoce.
“¡Pero, no es lo que tú crees!”, prosiguió…
Desde hace algunos años, Anhel ha generado discusiones en su salón: ¿por qué usa pantalón para el uniforme si no es niño?, ¿por qué se “lleva pesado” con los niños que tienen más fuerza?
- ¿Quién resuelve eso cómo madre? ¿y como maestra?-
“Hoy me decidí a tomar el gafete azul para ir al baño, la maestra dijo que no había problema porque los colores no tienen género…pero ella dijo que el gafete azul es para los niños y el gafete rosa es para las niñas… ¿por qué si los colores no tienen género?”, agregó.
“Pues lo tomé y les dije a mis compañeras que no se fueran a confundir si no veían el gafete azul…y…yo no les dije- aclara por si las acusaciones- pero… todas mis compañeras empezaron a tomar el gafete azul para ir al baño”.
Su mamá sonríe desde el asiento que ocupa frente al volante, luego le asalta la duda, ¿Debe estar orgullosa o preocupada?, ¿está haciendo de su hija una “revoltosa”? ¿su disrupción se tiene que aplaudir o minimizar en aras de mesurar su comportamiento por fuera de lo establecido para “las niñas”?
“Los únicos que no quisieron usar el gafete rosa fueron los niños. ¡Ves cómo no entienden que los colores no tienen género!”; ¿y luego? - se animó a preguntar su mamá- “finalmente un compañero se atrevió y dijo que sintió como si fuera niña. Pero, la maestra dijo que no había problema, que los colores no tienen género, entonces, si no tienen género ¿Por qué el (gafete) rosa tiene florecitas y el gafete azul solo un dibujo de papel higiénico?”, siguió cuestionando….
-Que siga cuestionando…..resolvió su mamá-
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