Fotogarafía: Organización Padres y Madres De Ayotzinapa
Por: Marite Hernández
“El tiempo que pasa, es la verdad que huye”
Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes.
Abogada Angela María Buitrago Ruiz.
La historia de Ayotzinapa nos repele como mexicanas y mexicanos. Nos cuestiona, nos hace reflexionar sobre los niveles de violencias que hemos estado padeciendo las últimas décadas en nuestro país. Nos hace indignarnos al analizar esos hechos atroces, vergonzantes, tan dolorosos.
Ayotzinapa es la muestra no solo de la crisis del Estado en distintos aspectos que padecemos como Nación, la falta de derechos sociales, y del acceso a uno de los derechos elementales: la educación, pues las Normales Rurales en México han tenido el objetivo de atender y contribuir en su acceso a los jóvenes en las comunidades más alejadas, comunidades indígenas, con una filosofía cercana a las necesidades de la población, así con una formación de conciencia social elevada a las mejores causas sociales y de izquierda.
Ayotzinapa también es el rostro de la desigualdad, el racismo, la discriminación, la pobreza. Es la crisis de un estado Neoliberal, que ha puesto por delante el desarrollo económico, financiero, la inversión y el despojo de territorios, a costa del bienestar de las personas, de anteponer en los conflictos la voluntad política del bien común, el diálogo, la mediación.
El estado actuó de manera autoritaria, abusiva, déspota en contra de jóvenes estudiantes, dando con ello un mensaje político a los jóvenes y al movimiento social en México.
Ayotzinapa es la muestra de vivir en crisis del supuesto estado de derecho en el que nos han dicho que vivimos, es el dolor, es el coraje, es la impotencia, es la agresión, es la muerte.
Ayotzinapa es la muestra de la criminalización de los movimientos sociales, por considerarse enemigos del Estado, y un mensaje político claro: de inhibir la organización y la disidencia en todas sus formas que buscan cambiar el estado de putrefacción del Estado Mexicano.
En Ayotzinapa, hubo omisión y negligencia. La impunidad y la falta de paz para los padres y madres de familia de Ayotzinapa durará siempre y para la sociedad quedará, como en muchos casos, la incertidumbre y la falta de justicia de un Estado agresor, violentador de la dignidad de su pueblo. De hechos que nunca debieron ocurrir, nos queda como sociedad un andar aciago de vivir gobernados por un aparato estatal violento, abusivo y transgresor de los derechos de las personas.
En estas condiciones, a las mujeres y hombres de México nos toca seguir pugnando por una transformación real, sin simulaciones, en la que los derechos de todos y todas sean respetados a cabalidad, sustentada en la organización y la defensa de las causas más sentidas en los territorios, tales como la defensa irrestricta de los derechos humanos bajo los estándares internacionales que hemos adoptado, aunque, como hemos aprendido, no serán regalos graciosos del Estado. Hay que luchar y arrancar por medio de la razón y la lucha persistente.
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